Tres celosías de vidrios anaranjados iluminadas sobre un fondo de estuco negro llaman la atención en la planta baja de la esquina entre calle Barco y Alameda de Hércules. A través de ellas se vislumbra un interior con luz tenue y colores tierra, donde se elaboran, sirven y degustan sabrosos cócteles de origen mexicano.

Mezcales, tequilas, frutas, tarros de especias y vasos de cristal se integran en un espacio sobrio de paredes y techos terrosos, encimeras y suelo de acero crudo y barras de madera. Cinco materiales definen los elementos funcionales y ambientales de esta pequeña coctelería, confiriendo al espacio de una cualidad táctil que completa la experiencia sensorial de los tragos.

La chapa de acero negro, en su color y protegida por un barniz de poliuretano transparente conforma el suelo, los frontales de las barras, las encimeras y zócalos de la contrabarra, la cual continua desde el interior hasta la fachada para convertirse en la barra de servicio exterior. Con el mismo acero se resuelven las carpinterías y la estructura de las celosías. Mortero de cal con arcilla de Aracena es aplicado con texturas irregulares y toscas en las paredes, el techo y la puerta del aseo, contrastando con la planeidad del acero y las dos barras. Estas, fabricadas en madera maciza de iroko, acogen al cliente y definen con nitidez la cota horizontal de servicio (110 cm), emergiendo a partir de la cota de trabajo de las encimeras de chapa (95cm). El estuco negro de la fachada contrasta con la luminosidad interior y aparece de nuevo en el interior del baño.

Las celosías de vidrio de color ámbar y textura esmerilada queda resaltada por una secuencia de luminarias verticales tipo led, que, a modo de los antiguos neones, se intercalan entre las planchas de vidrio y chapa, provocando el perseguido reclamo desde el exterior.