Architecture

Rehabilitation of the old Santa Fe market

Date

16-07-2025

Location

Huelva

Code

9724

Promoter

Ayuntamiento de Huelva

Builder

Albaida infraestructuras S.A.

Collaborators

Tedeco S.L. (estructura)
Miguel Sibón Roldán (instalaciones)
Iaione García Arana (especialista en restauración)
Fernando Daza Pastrana (arqueólogo)
Alberto Aragón Martín (arquitecto)
Prevencoor S.L. (coordinación de seguridad y salud)

REHABILITACIÓN DEL ANTIGUO MERCADO DE SANTA FE

La construcción del Mercado de Santa Fe, obra de los arquitectos municipales Manuel Pérez y González y Francisco Monís, se llevó a cabo entre 1899 y 1905, un periodo marcado por el desarrollo de políticas higienistas.

El proyecto del mercado es originalmente planteado como un ejercicio tipológico, la búsqueda de una arquitectura ideal: una sala cuadrada de 43 metros de lado, cuya cubierta, soportada por 12 esbeltos pilares de fundición, aprovecha la máxima luz permitida por las cerchas Polonceau para conseguir una sensación de ligereza y diafanidad inéditas en su época. Desde un punto de vista urbano, cabe destacar su carácter enigmático y monumental, circunstancia que se expresa a través de la escala propuesta por los pesados muros apilastrados y la composición de los huecos de fachada. Será en el encuentro con las diversas condiciones de contorno cuando esta arquitectura, radicalmente abstracta, establezca una relación específica con la ciudad.

Entendemos por tanto el edificio como una infraestructura caracterizada por la tensión generada entre su autonomía formal y las contingencias que definen el hecho urbano. El proyecto asume esta condición, proponiendo la utilización del vacío recuperado como una gran plaza cubierta, nuevo escenario de la vida pública. 

Para ello, se llevan a cabo las siguientes operaciones:

  • Garantizar la continuidad de los recorridos, equipando con escaleras las salidas en las que la rasante de la calle no coincide con la del edificio. 
  • Ubicar los aseos y el almacén en la planta semisótano, antigua bodega del mercado. La restitución de la coherencia entre estructura espacial y funcional permite liberar la planta noble del edificio, dotándola de una alta flexibilidad de uso. De este modo también se evitan posibles afecciones en la envolvente derivadas de la necesidad de ventilación de dichos locales.
  • Conectar ambos niveles mediante un montacargas que garantice la accesibilidad y facilite el trasiego de materiales. El deseo de recuperar la claridad espacial y conceptual originales conduce a situar este elemento en el exterior, lo que permite la utilización autónoma de ambas plantas. De este modo también se evita alterar el delicado sistema estructural, manteniendo intactas las bóvedas. 
  • Tecnificación del edificio intervenido. Se presta especial cuidado a la cualificación del espacio, tanto desde decisiones constructivas como desde el diseño de instalaciones. Dentro de las demandas impuestas, es importante considerar que la climatización de una sala de este volumen requiere una unidad exterior de gran tamaño, imposible de ubicar en el edificio existente. 

Los argumentos anteriores conducen a la necesidad de construir un anexo que albergue una escalera, un montacargas y un patio de instalaciones insonorizado. Tanto por los condicionantes expuestos como por las limitaciones de espacio, este se dispone en la plaza Dos de Mayo. 

Hacia esta plaza, el proyecto original preveía un sistema de rampas para facilitar las labores de carga y descarga desde las bodegas, situadas en planta semisótano, si bien finalmente fueron construidas unas escaleras cuya huella se encuentra dibujada en la fachada. Años después, dichas escaleras se sustituyeron por un volumen adosado, demolido en 2009. La nueva ampliación se concibe como una pieza de servicio conectada al antiguo mercado, adaptando así el edificio a las nuevas necesidades a partir de una lectura actualizada de su lógica interna, de su historia.

Por otro lado, la morfología de la plaza deriva de su azarosa historia. En el Proyecto de Urbanización de 1903, redactado por Francisco Monís, esta aparece grafiada como calle “C”, con tan solo 8 metros de ancho. Dicha calle nunca llegó a ejecutarse, permaneciendo como un descampado tras la terminación del mercado, hasta que, en 1920, se urbanizó como una pequeña plaza mirador. Finalmente, en la década de 1970, se construyeron los edificios que definen actualmente su morfología, reduciendo su tamaño y tapando las vistas sobre la ciudad con un bloque residencial, de nueve plantas de altura, ubicado sobre el espacio que ocuparan los jardines. Frente a esta situación, la ampliación propone entrar en resonancia con el mercado a partir de su condición abstracta, ofreciendo una respuesta conjunta al heterogéneo paisaje urbano. Para ello, la nueva pieza ajusta al máximo su tamaño, expresando cierta autonomía respecto al edificio existente a través de decisiones formales y materiales. Su geometría curvada la distancia de la solidez y estabilidad del mercado, mientras que los paneles de aluminio contrastan con la fábrica de ladrillo al tiempo que establecen un diálogo con los elementos de fundición que protagonizan el espacio interior. 

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