Actuación paisajística en la cornisa y laderas del Conquero

La ciudad de Huelva se extiende a lo largo del estuario que forman los ríos Tinto y Odiel, abrazando y colonizando a los denominados cabezos, un sistema de características formaciones terrizas que alcanzan en El Conquero los 68 m. de altura, punto cumbre de la población, y que conservan valiosos vestigios de asentamientos primitivos, como el acueducto subterráneo romano que discurre por las Laderas del Conquero.

La actuación –primera fase de un plan más ambicioso- pretende poner en valor un paseo de cornisa ya existente, olvidado durante décadas, hoy desordenado y colonizado por el vehículo privado. Para ello, la primera operación consiste en convertir la Avda. Manuel Siurot en una Vía-Parque que permita entender el conjunto de Laderas del Conquero, Parque Moret y Santuario de la Cinta como una única unidad paisajística, suprimiendo para ello uno de los carriles rodados y cediendo el espacio obtenido al peatón y al ciclista.

A lo largo de más de un kilómetro, se actúa principalmente en el lateral Oeste de la avenida, libre de edificaciones y dotado de unas vistas excepcionales, donde se proyectan senderos, miradores, áreas de descanso, parterres y jardines. Una serie de plataformas únicas, estratégicamente situadas a lo largo del recorrido, conectan con el lateral Este, donde se concentran fundamentalmente equipamientos deportivos, educativos y asistenciales.

La adecuación de la ladera se completa con la mejora de dos de los caminos transversales que conectan la zona baja y alta de la ciudad, que se pavimentan y dotan de mobiliario urbano e iluminación, contribuyendo con ello a la cohesión urbana. Y, mediante técnicas de investigación arqueológica avanzada, se ha podido conocer el recorrido de un tramo importante del acueducto.

En cuanto a los materiales y colores empleados en pavimentos y mobiliario, el objetivo primordial ha sido el de empastarse con los tonos ocres y rojizos de los cabezos. Y así, farolas, balizas, bancos, papeleras y aparca bicicletas, adquieren un tono rojizo, en la misma línea que los áridos empleados en las mezclas bituminosas de los pavimentos más usuales, que se completan con hormigones desactivados o drenantes.

El tono de la intervención trata de brindar al ciudadano un lugar para el paseo e información arqueológica, el deporte o la contemplación del maravilloso paisaje de las Marismas del Odiel -Reserva de la Biosfera- que se extiende al Oeste. Y para logarlo, no pretende imponerse a él, sino solo ordenar, mejorar, ampliar y enverdecer los nuevos espacios que se disponen para el peatón y el deportista, a costa de la circulación motorizada y de las ocupaciones incontroladas.

No estamos ante un parque netamente urbano, sino más bien ante una cornisa periurbana, un trozo de naturaleza domesticada. La intervención más que dulcificar, pretende acercar esa parte de naturaleza al ciudadano, para posibilitar su uso y disfrute, algo trascendental en una sociedad y un clima como el que vivimos, donde el ocio, el deporte y el contacto con la naturaleza, forman ya parte indisoluble de la vida diaria.